A ORILLAS DEL TIBERÍADES

Primera parte (Jn 21, 1-8)3.900+ Lago De Tiberíades Fotografías de stock, fotos e ...

LA EUCARISTÍA NOS CONVOCA

Nadie va a una fiesta, a una reunión, a una comida sin invitación. Va porque lo convocan, responde a un llamado. A misa también vamos porque Jesús nos convoca, a él corresponde la iniciativa, dejándonos a nosotros la libertad de responder. Los que conocen a Cristo, han caminado con él, se han dejado conquistar por su amor incondicional, no dudan un momento en saltar, nadar, remar, correr a su encuentro. Aún así, muchas veces dejamos enfriar ese amor en el corazón y ocupados en los vaivenes de la vida, no reconocemos el valor de la Eucaristía y la invitación que representa.

Las razones para ausentarnos de misa son de lo más variado y equivocado:

“No voy porque no siento la necesidad de hacerlo.” “No voy porque no me gusta el sacerdote.” “No voy porque los que van son todos pecadores.” “No voy porque me aburro.” “No voy porque estoy muy ocupado y cansado.” “No voy porque yo me comunico con Dios en cualquier parte.” Y así, seguramente se podrían agregar más excusas. Todas son equivocadas porque olvidan lo más importante: Dios nos llama.  A todos. ¿A los pecadores y malvados también? A ellos de modo especial.

La Misa no es la reunión de los justos y santos, ¿cuántos de nosotros podríamos asistir? Es un hospital de almas, una oportunidad de conversión. Es también una escuela de Fe en la que todos necesitamos formarnos para enfrentar la vida de todos los días.

¿Te aburres? ¡Intenta escuchar! ¡No seas perezoso!  En cada oración, en cada palabra proclamada, en cada canto, en los colores que revisten al sacerdote, en los elementos que se observan en el altar, en la sonrisa, la seriedad o las lágrimas de cada hermano presente, en todo eso nos habla Dios. Escucha, mira, abre la mente y el corazón y comprenderás que te encuentras en el umbral del cielo cuando vas a Misa.

La Eucaristía te llama a vos, a mí, a todos. Nos quiere juntos, con nuestras coincidencias y diferencias, como familia alrededor de la mesa.

No faltes por razones menores, mundanas, pasajeras. Responde con un sí al estilo de María, un sí que diga “aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad.”

Fabián Echenique