LA EUCARISTÍA NO SE VENDE

Cantos contra el gobierno de Javier Milei durante una misa ...

Fabián Echenique

 

Se está volviendo un hábito recurrente estos días utilizar la santa Misa con objetivos totalmente mundanos y, por lo tanto, temporales, discutibles, opinables.

Dos veces en una semana es mucho y quizás sean más, sólo que algunos toman trascendencia cuando alguien graba y lo viraliza en redes sociales. En algún momento de la Misa, alguien comienza con un cántico político ideológico y gran parte de los asistentes se suman. El más característico por estos días es “La Patria no se vende.”  Sepan que la Eucaristía tampoco.

Lo que me provoca profunda tristeza y escándalo a niveles evangélicos es la actitud de sacerdotes y obispos que avalan con su silencio y quizás complicidad este tipo de manifestaciones que nada tienen que ver con el sentido profundo y salvífico de la celebración eucarística. Una carta de disculpas a los fieles “sencillos” (¿habrá querido decir “básicos y poco formados”?) que “pudieran haberse sentido ofendidos”, de quien presidía una de esas Misas, no alcanza, más bien indigna. Claro que, como bien dice en su descargo, la Misa es la celebración del amor que se manifiesta también en la política fuera del templo. Precisamente, fuera del templo, si quiere adentro,  pero jamás durante la Misa.

Abusos como estos ya se han producido en nuestra Argentina, cuna del  Papa Francisco, en la reciente huelga  con piquete incluido de la policía de Corrientes,  en el que un sacerdote presidió una Misa en la parte trasera de una camioneta policial confiscada por los huelguistas. En Jujuy vimos algo parecido durante los cortes de ruta de 2023 en oposición a la reforma constitucional, cuando algún sacerdote “bien intencionado” llegó con imágenes sagradas y celebró misa en el mismo sitio en que se violaba la ley.

Soy respetuoso del posicionamiento político, tanto de nuestros pastores como de mis hermanos laicos. Antes y después de la Misa podemos conversar, acordar y reclamar nuestras responsabilidades en la triste realidad social de la Argentina. Antes y después, nunca durante la celebración.

Estamos perdiendo el rumbo, el sentido profundo de la Eucaristía, esa que nos convoca, nos reconcilia, nos solidariza, nos alimenta y nos envía. Esa que es fuente y culmen de nuestra Fe. Estamos dejando que las divisiones y los sectarismos se incrusten en el más hermoso de los tesoros que Cristo nos dejó, la Santa Misa. ¿Qué sigue? ¿Parroquias peronistas, radicales o libertarias? ¿Cada uno tendrá que elegir según su posición ideológica, a cuál asistir?

Todos somos responsables, no permitamos que suceda en nuestras comunidades. Enseñemos, corrijamos con fraternidad y firmeza. Nuestros sacerdotes primero, dando el ejemplo; nosotros tras ellos y todos tras las huellas del Buen Pastor, el único que no falla nunca y convoca a todos, empezando por los más pecadores.

La Patria no se vende, la Eucaristía no se usa.