QUINTA SEMANA DE PASCUA
Permanecer en Jesús.
Permanezcamos en Cristo. Ese es el llamado que nos hace esta semana Jesús, nuestro Buen Pastor. El quinto domingo de Pascua nos ha presentado la alegoría de la viña y los sarmientos. Su mensaje es claro: si permanecemos unidos a la vid que es Dios, daremos frutos abundantes. Si nos separamos de Él, nuestra vida carece de sentido.
Cuando permanecemos en Cristo, los problemas, el dolor, los conflictos, todo aquello que nos sucede y que nos causa malestar o tristeza es pasajero. Son las podas de Dios que al tiempo nos volverán más fértiles.
Cuando vivimos de espaldas a Dios, todo lo que nos duele es un mal irreparable, heridas que jamás sanan del todo.
El tema de esta semana nos cuestiona. Nos mueve a preguntarnos si realmente estamos unidos a Dios o si nuestra presencia en la Iglesia es sólo apariencia. Se trata de una cuestión de coherencia entre lo que predicamos y lo que hacemos. Es cierto que muchas veces somos débiles y que nuestro modo de actuar deja mucho que desear. Pero si el deseo de conversión existe, si hay una conciencia que nos reclame un cambio, estamos frente a las señales de unión con Dios.
El que permanece unido al Señor sabe, siente en su interior, que sus obras buenas vienen de esa unión especial y que las malas actitudes son contrarias a su esencia. Aunque obre mal está unido a Cristo porque sabe que está pecando. Y saberlo es el primer paso hacia el arrepentimiento.
Quien desconoce a Dios obra mal y aunque tenga conciencia de ello, no lo siente como pecado. Difícilmente se arrepienta y mucho más difícil es que cambie.
¿Y cuál es la señal de que estamos unidos a Jesús? La clave la escuchamos ayer en la segunda lectura, en la carta de Juan: aunque nuestra conciencia pueda hacernos algún reproche, el amor de Dios es mayor que nuestra conciencia. Permanecer en Él por lo tanto es: Creer con firmeza en Jesús como hijo de Dios y amarnos los unos a los otros como Él lo hizo.
La medida, una vez más, es el amor. No el de las palabras, ni el de los sentimentalismos, nos advierte Juan, si no el de las obras.
Cada vez que obres que sea en nombre de Jesús y con amor. Entonces tendrás la tranquilidad de saber que esto que nos pide el Evangelio de esta semana lo estás cumpliendo. Los frutos de tus obras serán buenos y abundantes según tus capacidades, porque vendrán de la gracia de Dios.
Fabián